La diferencia entre el paidobautismo y la paidocomunión, ¿Por qué una sí es bíblica y la otra no?

Artículo de Ezrri Mateo

El paidobautismo descansa en varias evidencias y postulados bíblicos

Lo primero que se debe establecer es que todo elemento del pacto, para ser abrogado en nuestra dispensación del pacto (la dispensación del Nuevo Testamento), requiere una modificación en el Nuevo Testamento o de forma explícita o por inferencia lógica. Otra manera de decirlo: todo lo que en el Antiguo Testamento haya sido mandado al pueblo de Dios (a nosotros), sigue siendo vigente en el Nuevo Testamento a menos de que en el Nuevo se nos haya indicado lo contrario.

La interpretación que tenemos como presbiterianos y como reformados es que siempre tenemos que leer presuponiendo continuidad, si la Biblia guarda silencio con respecto a un tema que sí se menciona en el Antiguo Testamento pero que no se menciona en el Nuevo Testamento, tenemos que presuponer continuidad. Si algo del Antiguo Testamento no se menciona en el Nuevo Testamento eso no significa que tengamos que pensar y dar por sentado que ahora está abrogado, al contrario, presuponemos que permanece tal como se dijo en el Antiguo Testamento, esa es la continuidad que se presupone.

Tal es el caso de la ley ceremonial, si esta fuese vigente en nuestro tiempo tendríamos que seguir teniendo sacerdotes, tabernáculo, ofreciendo sacrificios. Pero si ya no lo hacemos esto es debido a que el Nuevo Testamento claramente lo ha abolido, quedó en el pasado, en el Antiguo Pacto.

Otro caso es la ley, los Diez Mandamientos, muchos de ellos no se mencionan de forma explícita en el Nuevo Testamento. Esto hace pensar a las personas que ya no están vigentes, pero es todo lo contrario; si no se vuelven a mencionar debemos suponer que Dios los dejó intactos, no ha modificado nada de los mandamientos y siguen siendo vinculantes (Rom. 3:31-31; Mat. 5:17).

Tenemos este principio hermenéutico acerca de que todo lo que no haya sido clara o implícitamente abrogado o modificado en el Nuevo Testamento permanece igual que en el Antiguo Testamento. Habiendo establecido este principio interpretativo pasemos a analizar como sucede el cambio de la circuncisión al bautismo y de la pascua a la Cena del Señor.

Empezaremos a analizar el bautismo de infantes, Calvino dice: «debemos alzarnos más allá de nuestros sentidos y ver la realidad espiritual interna», muchos cometen el error de quedarse con la mirada fija con las realidades materiales y externas, pero debemos ir a lo interno y espiritual. Al dirigirnos a la circuncisión, no solo debemos verlo como un rito externo puesto que esta apunta a la regeneración, y a la justificación, además de servir como rito de iniciación, inclusión y bienvenida al pueblo del pacto; esta es la función de la circuncisión en el Antiguo Testamento. Externamente se ve como cortar el prepucio, pero internamente y espiritualmente señala las cosas antes mencionadas.

Cuando vamos al Nuevo Testamento y nos acercamos al bautismo, podemos ver que externamente es solo un rito en donde se aplica agua en la cabeza de la persona o se la sumerge; no obstante, encontramos que en las páginas de las Escrituras, interna y espiritualmente, este bautismo significa justificación, regeneración y un rito de iniciación, inclusión o bienvenida en el pueblo del pacto. La circuncisión y el bautismo, entonces, señalan exactamente a las mismas realidades, no existen cambios en cuanto a lo que apuntan, son lo mismo espiritual e internamente. Simplemente se trata de que en el Antiguo Testamento tales realidades fueron señaladas con un prepucio siendo cortado y en el Nuevo Testamento con agua siendo aplicada a la persona. Internamente no han habido modificaciones, pero en su forma externa sí.

Esto, por sí mismo, no prueba el bautismo de infantes, es un punto importante en su comprobación, pero no una comprobación completa.

Una de las objeciones que nuestros hermanos Bautistas particulares afirman en contra del bautismo de infantes es que, en este tiempo, el pacto que Dios tiene con los hombres incluye únicamente gente regenerada sobrenaturalmente por el Espíritu Santo, aquellos que han sido elegidos desde antes de la fundación del mundo para tener vida eterna. Los bautistas argumentan que solo estas personas están dentro del pacto, por lo tanto, los hijos de los creyentes recién nacidos, no teniendo fe, ni arrepentimiento, ni justificación, ni estando en un proceso de santificación y, por lógica, no habiendo sido regenerados, no están dentro del pacto; por consiguiente, no se les debe colocar el sello o señal de iniciación que ahora es el bautismo.

Debemos demostrar que los hijos de los creyentes están en de pacto, pero ¿cómo? Hay cierta confusión en este punto, puesto que hay gente que piensa que el bautismo hace que nuestros hijos queden dentro del pacto; esto es un malentendido. El bautismo no hace que los niños sean introducidos al pacto porque no tiene ese poder o cualidad. Los niños, por ser hijos de creyentes, nacen estando en el pacto, nacen como miembros del pacto, debido a eso es que se les administra el bautismo como bienvenida formal al pueblo del pacto, al cual ya pertenecen desde su nacimiento.

Personas podrán objetar diciendo que eso, por sí mismo, tampoco demuestra el bautismo de infantes porque Jesús dice en algún momento que la gente debe creer y luego bautizarse, y los apóstoles mandaron a las personas diciéndoles: «crean», «arrepiéntanse» y luego «bautícense cada uno de ustedes» (Hch. 2:38, 41; 8:12-13). Cuando Felipe predica al eunuco etíope, y este pregunta si puede bautizarse, Felipe le dice: «si crees bien puedes», hay una condición para el bautismo, esa condición es la fe consciente (Hch. 8:34-39). Por eso nuestros hermanos bautistas levantan esta objeción, si se requiere fe consciente y los niños no la tienen, ¿cómo vamos a administrarles el bautismo? Sucede que la Biblia no cuenta solo eso sobre el bautismo.

La Biblia ciertamente nos habla de que los adultos que estaban fuera del pacto, fuera de la comunidad de los creyentes, para ser introducidos dentro de esta comunidad debían tener fe. Pero al abordar el tema del bautismo el libro de Hechos no solo se queda con la forma del bautismo por medio de la fe, también menciona lo que los teólogos han llamado bautismos oikos (palabra griega que significa casa, familia), estos bautismos oikos son más numerosos que los bautismos individuales.

En cuanto a los bautismos de personas individuales tenemos el bautismo del eunuco etíope (Hch. 8:39), y el de Pablo (Hch. 9:18). En cuanto a bautismos oikos tenemos al bautismo de Cornelio y toda su casa (Hch.10), Lidia y toda su casa (Hch. 16:11-15), el carcelero de Filipos y toda su casa (Hch. 16:29-34), Crispo y toda su casa, Gallo y toda su casa (1 Cor 1:15), Estéfanas y toda su casa (1 Cor 1:16). ¿Qué demuestran estos bautismos oikos? Debe notarse que estos bautismos solo requieren la fe del varón que es cabeza de hogar, por cuya fe quedan incluidos él y toda su casa en el pacto y, por esta misma fe, todos reciben el bautismo como sello de inclusión en el pacto sin requerir necesariamente la fe de cada uno de los integrantes de los hogares en estas casas. Notamos, entonces, que el bautismo cuyo requisito es la fe personal no es el único bautismo del que el Nuevo Testamento nos habla.

Esto se solidifica mucho más cuando notamos que el Antiguo Testamento tiene un paralelo muy claro en Abraham. A él se le dio la circuncisión hasta después de creer. En Genesis 15 él creyó a Dios y le fue contado por justicia, pero hasta Genesis 17 se le requirió la circuncisión. Romanos 4 dice que Abraham recibió la circuncisión como señal y sello de la justicia de la fe que tuvo aun estando incircunciso. Primero creyó, luego se circuncido. Después de eso Dios mandó que circuncidara a sus hijos quienes no tenían fe, ni habían sido justificados. Esto es así porque Dios había hecho un pacto con él y con su decendencia, por lo tanto, el sello de inclusión al pacto, que era la circuncisión, debía recibirlo él y sus hijos.

Abraham venía de afuera, era un pagano, se requería primero que creyese para estar dentro del pacto y después se circuncidara. Pero para sus hijos, quienes nacieron en su casa, no se requería tal cosa; ellos primero reciben la circuncisión, son señalados como miembros del pacto, y después se les demanda que crean. Esto pasó en el Antiguo Testamento.

Tenemos un paralelo desde esa época hasta nuestra actualidad, un paralelo desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, en el libro de los Hechos. Los apóstoles dirigían el bautismo a los que venían fuera del pacto, fuera del pueblo como paganos, quienes tenían que creer para recibir el bautismo. Pero, por la fe de la cabeza de los hogares, casas completas quedaban incluidas en el pacto sin requerir la fe de cada uno, de esta manera todos podían ser bautizados.

Con esto demostramos que en el Nuevo Testamento hay continuidad y reafirmación, que el bautismo es el reemplazo de la circuncisión y que nuestros hijos están en el pacto.

Toda esta abrumadora cantidad de evidencia del paidobautismo no la tenemos para la paidocomunión, ¿qué tenemos de evidencia sobre la paidocomunión?

El Antiguo Testamento dice que en la Pascua participaban los padres y los hijos, toda la familia junta, esto es innegable. La pregunta es: ¿El Nuevo Testamento guardó silencio con respecto a los participantes de la nueva pascua que ahora es la Cena del Señor? Si es así, esta nueva pascua debe ser administrada exactamente al mismo grupo de personas que en el Antiguo Testamento, tanto los padres como los hijos, esto, si es que el Nuevo Testamento ha guardado silencio con respecto a los participantes del sacramento, o si ha corroborado este punto.

Ante esta pregunta la respuesta es: «No». El Nuevo Testamento no ha guardado silencio sobre quiénes son los participantes de este sacramento, quienes pueden acercarse a la Cena del Señor. ¿Qué es lo que el Nuevo Testamento ha dicho? 1 Corintios 11:17-33 dice que aquellos que quieran participar de la Cena del Señor requieren discernimiento. El apóstol Pablo da las pautas diciendo que la gente tiene que probarse, discernir el cuerpo y la sangre del Señor Jesucristo, luego emite una advertencia de juicio sobre aquellos que participen de la Cena sin cumplir lo que se demanda, y si incumplen, juicio comen y beben para sí.

Probarse a uno mismo, discernir el cuerpo y la sangre de Cristo es el gran requisito que se demanda. Después de esto no hay más textos en donde se aclaren más cosas sobre quien debería participar en la Cena del Señor. Al tener solo esto entendemos que el Nuevo Testamento ha hecho una modificación. Recordemos la regla: Del Antiguo Testamento todo permanece hasta el Nuevo Testamento a menos que haya sido abrogado, y del Antiguo Testamento nada es modificado en nuestro tiempo a menos que el Nuevo Testamento lo haya modificado.

En esta nueva pascua, que es la Cena del Señor, notamos que el Nuevo Testamento no ha anulado, pero si lo ha modificado, quien puede participar. Ya no es toda la familia sino solo son quienes pueden probarse, y discernir el cuerpo y la sangre de Cristo.

Podemos notar dos cosas, primero, que el paidobautismo no tiene modificación solo se corrobora, se reafirma y, en segundo lugar, que la Cena del Señor si tiene una modificación. Esta es le diferencia entre ambos sacramentos.

Adicional a esto, los reformadores, pactantes escoceses, y puritanos, rechazan la paidocomunión. Citaremos algunos escritos y confesiones que hablan sobre este tema:

«Aunque los ignorantes y los malvados reciban los elementos externos de este sacramento; sin embargo, no reciben la cosa significada por medio de éstos. Más bien, al participar de ellos indignamente, son culpables del cuerpo y de la sangre del Señor para su propia condenación. Por esta razón, todas las personas ignorantes e impías, puesto que no son aptas para gozar de la comunión con Él, son también indignas de la mesa del Señor, y mientras permanezcan en tal condición, no deben, sin cometer un gran pecado contra Cristo, participar de estos santos misterios, ni deben ser admitidos a ellos (1 Cor. 11.27-29; 1 Cor. 5.6-7, 13).»

Confesión De Fe De Westminster, Capitulo 29 Articulo 8.

«P.171.  ¿Cómo deben prepararse los que reciben el sacramento de la Santa Cena antes de venir a participar de ella?

»R. Los que reciben el sacramento de la Santa Cena, antes de venir a participar, deben prepararse para ello por medio de examinarse a sí mismos de su unión con Cristo; de sus pecados y faltas; de la verdad y medida de su conocimiento, fe, arrepentimiento, amor para con Dios y con los hermanos, caridad para con todos los hombres, perdonando a quienes les han ofendido; de sus deseos por seguir a Cristo, y de su nueva obediencia; y por medio de renovar el ejercicio de estas gracias, con una seria meditación, y ferviente oración (1 Co. 11.28; 2 Co. 13.5; 1 Co. 5.7; 1 Co. 11.29; 1 Co. 13.5; Zac. 12.10; 1 Co. 10.16-17; 1 Co. 5.8; Mt. 5.23-24; Is. 55.1; 1 Co. 5.7-8; 1 Co. 11.25-26,28; He. 10.21-24; Sal. 26.6; 1 Co. 11.24-25; 2 Cr. 30.18-19; Mt. 26.26).»

Catecismo Mayor de Westminster

«P.81. ¿Quiénes son los que deben participar de la mesa del Señor?

»R. Tan solo aquellos que se duelan verdaderamente de haber ofendido a Dios con sus pecados, confiando en ser perdonados por el amor de Cristo y que las demás flaquezas quedarán cubiertas con su pasión y muerte. Y que también deseen fortalecer más y más su fe y mejorar su vida. Pero los hipócritas y los que no se arrepienten de verdad, comen y beben su condenación (1Co. 11.28; 1Co. 10.19-22).»

Catecismo De Heidelberg

«QUIENES TIENEN DERECHO A LOS SACRAMENTOS

»Sostenemos que el bautismo se administra tanto a los hijos de los fieles como a quienes tienen edad y discernimiento, y por tanto, condenamos el error de los anabaptistas, que niegan el bautismo a los niños antes de que tengan fe y comprensión. Pero afirmamos que la Cena del Señor es solamente para los que pertenecen a la comunidad de la fe y que pueden examinarse a si mismos, tanto en su fe como en sus deberes para con su prójimo.

»Quienes comen y beben de esa santa mesa sin fe, o sin paz y buena voluntad para sus hermanos, comen indignamente. Por esta razón los ministros de nuestra Iglesia examinan publica e individualmente a quienes van a participar de la mesa del Señor Jesús (1. Col. 2:11-12; Rom. 4:11; Gen. 17:10; Matt. 28:19; 1 Cor. 11:28-29).»

Confesión Escocesa De 1560 Capitulo 23

«Por eso, es conveniente que nadie se allegue al sacramento sin haberse probado primero a sí mismo, para que al comer de este pan y al beber de esta copa, no coma y beba juicio para sí (1Co. 11.28-29).»

La Confesión Belga Artículo 35

«Por esta causa ordena san Pablo que cada uno se examine a sí mismo antes de comer de este pan y beber del cáliz. Con lo cual, a mi entender, quiso decir que cada uno entre dentro de sí mismo y considere si confiadamente y de corazón reconoce a Jesucristo por Redentor, y lo confiesa como tal con sus labios; y además, si aspira a imitar a Cristo en inocencia y santidad de vida; si a ejemplo de Cristo está preparado a darse a si mismo a sus hermanos, y a comunicarse a aquellos a quienes ve que Jesucristo se comunica; si como Cristo los tiene por sus miembros, igual mente él considera a todos como tales; si como a miembros suyos desea recrearles, ampararles y ayudarles. No que estos deberes de la fe y la caridad puedan ser en esta vida presente perfectos, sino que debemos esforzarnos y animarnos a desear hacerlo así, para que nuestra poca fe aumente de día en día y se fortalezca; y nuestra caridad, aún imperfecta, se confirme (1 Cor 11:29).»

Institución De La Religión Cristiana De Juan Calvino Libro IV, Capitulo 17, Art 40

«2. QUIENES SON LOS QUE DEBEN SER EXCLUIDOS DE LA MESA DEL SEÑOR.

»Puesto que la Cena del Señor es un sacramento de la iglesia y para la iglesia, se infiere que todos aquellos que están fuera de la iglesia no deben participar de él. Pero es necesario hacer todavía limitaciones mayores. Ni siquiera los que tienen un lugar en la iglesia pueden ser admitidos indistinta mente a la mesa del Señor. Deben notarse las siguientes excepciones:

»a. Aunque en los días del Antiguo Testamento a los niños se les permitía comer la pascua, no debe permitírseles que participen de la mesa del Señor, puesto que todavía no han cumplido los requerimientos para una digna participación. Pablo insiste sobre la necesidad de un examen propio y previo para la celebración, cuando dice: «Pero que cada uno se pruebe a sí mismo, y así participe del pan y beba de la copa», I Cor. 11:28, y los niños no son capaces de examinarse ellos mismos. Además, señala que, para participar de la Cena del Señor de una manera digna, es necesario discernir el cuerpo, I Cor. 11:29, lo que quiere decir, distinguir adecuadamente entre los elementos que se usan en la Cena del Señor y el pan y el vino ordinarios, reconociendo estos elementos como símbolos del cuerpo y de la sangre de Cristo. Y esto, también, está más allá de la capacidad de los niños. Es sólo después de que hayan llegado a los años de la discreción, cuando se les permitirá reunirse en la celebración de la Cena del Señor.»

Teología Sistemática, Louis Berkhof, Quinta Parte, Segunda Sección Capitulo 5, Inciso H, pagina 785.

«Es imposible que exista en el corazón la fe que demanda este sacramento sin que se produzca un amor y gratitud supremos a Cristo, y el propósito determinado de abandonar todo pecado y de vivir dedicado a Su servicio. Por ello nuestra Iglesia enseña que se demanda de los que quieran participar dignamente de la Cena del Señor que se examinen a sí mismos, acerca de su conocimiento para discernir el cuerpo de Señor, de su fe para alimentarse de Él, de su arrepentimiento, amor y nueva obediencia.»

Teología Sistemática De Charles Hodge Volumen II, Capítulo XX, Los Medios De Gracia, pagina 557.

El tema de la Paidocomunion tiene sus raíces dentro de la herejía llamada «Visión Federal», se habla mucho de esta doctrina dentro de algunos grupos que se identifican con la reforma y el reconstruccionismo. Su creador, Norman Shepherd, deja un rastro de controversia que se remonta por lo menos desde la década de 1970. En 1977 se presentaron cargos contra él en el Presbiterio de Filadelfia de la OPC.

En 1982, Norman Shepherd fue despedido de su puesto como profesor en el Seminario Teológico Westminster tras una investigación de 7 años sobre si él estaba enseñando la justificación por la fe y las obras.

Este movimiento llamó la atención de muchos en los círculos presbiterianos y reformados después de la conferencia de un pastor en la iglesia Presbiteriana Auburn Avenue (PCA) in Monroe, Lousiana, en enero de 2002. La palabra «federal» significa «pactal». Los proponentes de la Visión Federal buscan revitalizar y desarrollar las doctrinas del pacto y de la iglesia.

Veinte errores que son sostenidos por uno o más de los abogados de la Visión Federal son enlistados en la conclusión del reporte del Comité para Estudiar la Doctrina de la Justificación de Iglesia Presbiteriana Ortodoxa:

  1. Contraponer la Escritura y la Confesión.
  2. Considerar la empresa de la Teología Sistemática como inherentemente       racionalista.
  3. Un doctrina mono pactal que ve un pacto, originado en el compañerismo intra-Trinitario, al cual el hombre es invitado; igualando de este modo el concepto del pacto y negando la distinción entre el pacto de obras y el pacto de gracia.
  4. La elección como primordialmente corporativa y eclipsada por el pacto.
  5. Considerar al pacto como solamente condicional.
  6. Una negación del pacto de obras y del hecho de que Adán estaba en una relación con Dios que era legal como también filial.
  7. Una negación del pacto de gracia distinto del pacto de obras.
  8. Una negación de que la ley dada en el Edén es la misma que la ley publicada más plenamente en el Monte Sinaí y que requiere obediencia perfecta.
  9. Ver la justicia como relacional, y no como moral.
  10. Un fracaso para hacer una clara diferencia entre nuestra fe y la fe de Cristo.
  11. Una negación de la imputación de la obediencia activa de Cristo en nuestra justificación.
  12. Definir la justificación exclusivamente como el perdón de pecados.
  13. La reducción de la justificación a la inclusión de los gentiles.
  14. Incluir las obras (por medio de la «fidelidad», «obediencia», etc.) en la misma definición de la fe.
  15. Fallar en afirmar una perseverancia infalible y la indefectibilidad de la gracia.
  16. Enseñar la regeneración bautismal.
  17. Negar la validez del concepto de la iglesia invisible.
  18. Una abierta eficacia sacramental objetivada que socava la necesidad de la fe y que tiende hacia una visión ex opere operato [automáticamente efectiva] de los sacramentos.
  19. Enseñar la paidocomunión.
  20. Una eclesiología que eclipsa y absorbe a la soteriología.

Si bien esta teología se enfoca más en la justificación, muchos de los puntos enumerados arriba, en especial en el tema que estamos viendo acerca de la paidocomunión, tocan muy directamente lo que la Visión Federal enseña. Estos van en contra de las Escrituras y las confesiones reformadas. Oramos a Dios para que estos temas se puedan discernir a la luz de Biblia, de esta manera se podrá esclarecer y no seguir en los errores doctrinales y teológicos que hoy en día abruman a la Iglesia.

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